José, Francisco Peña Gómez, abrió los ojos en una loma dominicana del Flaco, donde las nubes descansan en primavera y las mariposas revoletean las estrellas por las noches, justamente en el corazón de una isla compartida por dos pueblos que “son alas de un mismo pájaro”.
Creciendo, desafió y venció todos los obstáculos del camino, pasó por la universidad y trascendió a los confines del mundo, sobresaliendo como líder internacional, sin perder su identidad, sin renunciar a sus ancestros, manteniendo su orgullo por la dominicanidad.
Su origen de venir de las entrañas populares, su afirmación de su negritud, su orgullo por su dominicanidad y su asumida de solidaridad con los sectores desposeídos, lo convirtieron en el líder popular, el líder de masas, más carismático, más trascendente y más impactante que ha dado la Republica Dominicana en toda su historia.
Como virtud asombraba por su sencillez, con la sonrisa más noble y espontanea del mundo, nunca vi prepotencia o engreimiento en él. Siempre principios y ternura. Cuando fue invitado por Fidel, el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, fue acompañado por una delegación dominicana. Tuve el privilegio de ser parte de ella.
Su conversación con Fidel, teniendo a la Dra. Milagros Ortiz Bosch como anfitriona es de antología, con la sapiencia y la grandeza de dos líderes históricos. Ambos se admiraban y se respetaban. En esa visita, Peña Gómez fue tratado con la distinción de un Jefe de Estado, con toda la parafernalia del Poder. ¡Nunca una delegación se había sentido tan orgullosa de tener un líder como él!
Tuve el privilegio de su amistad, compartí sueños sobre sus proyectos de escribir sobre las relaciones dominico-haitiana, para lo cual había recolectado documentos inéditos, únicos; conversamos varias veces sobre su visión del papel del folklore y la cultura popular, sobre la revalorización y democratización de la cultura, sobre políticas culturales públicas para beneficiar y convertir en protagonistas a los sectores populares.
Cuando Iván Domínguez y yo realizamos la presentación del carnaval del popular barrio de Guachupita, Doña Milagros Ortiz Bosch, que era la guionista del programa de Yaqui Núñez del Risco “Otra Vez con Yaqui”, donde la editora era la recordada Anita Ontiveros, fue donde Peña Gómez, Sindico del Distrito Nacional y Fello Subervi, Secretario de Estado de Turismo, planteándole la necesidad del apoyo del Estado a esta manifestación popular. Ambos reaccionaron positivamente, naciendo de ahí el Desfile Nacional de Carnaval y una política pública de apoyo a los sectores populares para que pudieran participar en este evento nacional.
La figura de Peña Gómez como líder político, trascendía al país y lo convertía en esos momentos en el político dominicano de mayor dimensión internacional, orgullo del país.
A pesar de eso, el racismo hipócrita de una elite rancia y atrasada, unió esfuerzos para que no fuera Presidente del país. Se entendieron los intereses más ocurso y reaccionarios para cerrarle el paso en una dimensión discriminadora y racista. Peña era negro, no podía pasar, para no deshonrar toda la herencia hispánica, no importa que la mayoría de este pueblo fuera mulato, afro. Fue acusado de haitiano, que era lo mismo que negro y descendiente africano.
Le impidieron llegar a Presidente del país, pero creció. Al morir, nació a la gloria y por su liderazgo se quedó viviendo en el corazón del pueblo y en las entrañas de la historia. ¡Se convertió en un faro, en un gigante de luz!
Por eso, hoy, 10 de mayo, en el 23 aniversario de tu partida, estas contando estrellas y contemplando amaneceres en el infinito y sé que estas atento a los acontecimiento, donde siguen cogiendo cámaras, los hipócritas y simuladores de tu muerte, con el agravante para ellos, de que la justicia está dejando de ser una tentación y jueces honorarios, dignos, digan no a la impunidad y a la corrupción, gracias a tus enseñanzas.
José Francisco, los que creímos en ti y en tu liderazgo, que comprendimos tus conceptualizaciones y creímos en tu visión transformadora, lo que vimos al líder salido de las entrañas del pueblo, lleno de orgullo por su negritud, respetuoso de sus ancestros, honrado de dominicanidad y consagrado a los intereses del pueblo, estamos convencidos de que está llegando la hora de la justicia, la hora de la verdad, para honra tuya y bendición de la Patria. ¡Vives en el corazón del pueblo!
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