La pandemia que acorraló y todavía mantiene cierto distanciamiento social, contribuyó a aumentar el fenómeno de la comunicación y el conocimiento de la población.
De grandes y chicos. De toda clase de temas. A pesar del distanciamiento humano, aumentó el contacto familiar, fraternal, amistoso. El conocimiento de lo que ocurre se ha hecho más poderoso.
Noticias o mensajes enviados alarmantes o extraños, en segundos aparece alguien que escribe Fake. O sea, que no solo estamos más informados, sino que, a pesar de que existen los que se dedican a desinformar o distorsionar, gracias a Dios hay muchos que están al acecho para aclarar.
Como el país empieza a recobrar su vida dentro de cierta normalidad, guardando por supuesto ciertas formalidades, lo aconsejable sería que a partir de ahora los debates giraran en torno a los problemas fundamentales que padece nuestro país en las diferentes áreas. De la forma en que cada sector sugiere que se le haga frente.
A corto mediano y largo plazos. Partiendo de que todavía estamos recibiendo los efectos de la pandemia. Endógenos y exógenos. Pero no solamente en lo referente a los aspectos macro, sino tomando en cuenta las micro necesidades apremiantes de las personas que cohabitan nuestro territorio en las diferentes regiones, particularizando cada problema y posibles soluciones.
Dentro de ese contexto tengo la impresión de que mucha gente del pueblo, conocedora más que antes, en estos momentos que vive la humanidad y nuestro país, sabe que la situación que nos ha tocado vivir no es la mejor. Que producto del COVID estamos en una verdadera situación especial. Pero a pesar de los pesares, el pueblo no se ha amilanado.
Ha sacado fuerzas desde abajo. Ayudado por sus pensamientos y sentimientos cristianos arraigados, ha mantenido las esperanzas.
Hace un tiempo, antes de que asumiera el poder, le sugerí a Abinader pensar en la creación de una Comisión Nacional de Desarrollo. Poner en marcha un gran Proyecto Nacional por lo menos para los próximos 10 años.
Donde estuviesen comprometidos, entre otros, los sectores políticos del país. Los cuales, a mi juicio, harían más viable la idea y estarían comprometidos a continuar los lineamientos trazados, por encima de los proyectos electorales.
Hoy, producto de las informaciones que recibe, el pueblo tiene conocimiento en abundancia de lo que ocurre. Sabe que Luis Abinader asumió el poder en medio de la peor pandemia que recuerden estas generaciones. Pero sabe también que el 16 de agosto se cumple el primer año de su Gobierno. Y eso, aunque no se diga, les aumenta las esperanzas hacia cosas mejores.
Pienso que el pueblo sabio, consciente de que vivimos en una situación particular y de que el Presidente es conocedor de todo con mucho más profundidad, espera que en esa fecha especial se inicien planes, proyectos y medidas que contribuyan a crear fuentes de empleos.
Dinamizar nuestras áreas agrícolas. Proyectos de desarrollo industrial. Todo ello como fórmula para aliviar la carga diaria que tienen sobre sus hombros los que reciben salarios fijos y los de menos oportunidades.
Aumentó contacto familiar, fraternal, amistoso, pese al distanciamiento
El pueblo espera que el Presidente anuncie planes esperanzadores
Los debates deben girar ahora en torno a los problemas fundamentales
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